El dominio de Trianón
Todo comenzó con el Rey Sol, Luis XIV, quien compró el pueblo de Trianón y lo demolió para construir el Gran Trianón.
El Petit Trianón fue un regalo de Luis XVI a María Antonieta, y se convirtió en un lugar donde ella podía escapar de las formalidades y tradiciones de la vida de la corte. En los jardines, mandó construir una pequeña aldea al estilo normando, conocida como el Hameau de la Reine, o “Aldea de la Reina”.
El paseo desde el Petit Trianón hasta la aldea dura unos 15 minutos, y es una ruta tranquila y relajante. Se pueden escuchar ranas junto a los arroyos ajardinados, y la atmósfera se siente completamente alejada del bullicio del palacio principal. ¡Una visita al dominio de Trianón es muy recomendable!
El Gran Trianón
Una búsqueda de la perfección
Según el arquitecto Jules Hardouin-Mansart, Luis XIV quiso construir en 1687 «un pequeño palacio de mármol rosa y pórfido con jardines encantadores».
Este edificio, hecho de mármol rosa, es una obra maestra arquitectónica que combina un estilo verdaderamente majestuoso con un ambiente íntimo. El Gran Trianón está rodeado de jardines llenos de innumerables flores y arbustos que crean una atmósfera tranquila. Al visitar el Gran Trianón, no puedes evitar dejarte encantar por el encanto de los jardines franceses con sus formas geométricas perfectas. La búsqueda de la perfección se convirtió en una especie de rito de iniciación, y el Rey Sol supervisó personalmente la construcción.
El Gran Trianón sirvió como refugio para Luis XIV, un lugar donde podía escapar del constante bullicio de la corte y rodearse de un círculo selecto. Ser invitado aquí era un privilegio y un honor, reservado solo para unos pocos cortesanos. A lo largo de los siglos, varias figuras famosas han residido aquí, incluyendo a Napoleón.
El Petit Trianón
Un refugio para María Antonieta
El Petit Trianón fue originalmente encargado por el rey Luis XV para su amante favorita, Madame de Pompadour, quien deseaba un encantador retiro “para entretener al rey”. Se terminó en 1768 y se inauguró en 1769. Sin embargo, el palacio alcanzó verdadera fama en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando Luis XVI se lo regaló a su esposa, María Antonieta.
La joven reina mandó renovar el palacio y reemplazó los antiguos invernaderos por un jardín al estilo inglés. A menudo se retiraba al Petit Trianón para escapar de la rígida etiqueta y grandiosidad de Versalles, que a veces le resultaban agobiantes. Allí se rodeaba de amigos cercanos y organizaba reuniones privadas, a menudo sin respetar las formalidades de su rango y época.
Visitar el Petit Trianón ofrece una conmovedora mirada a la vida privada de María Antonieta — una reina con un lado profundamente humano. Frecuentemente criticada durante su vida, encontró un destino trágico en la guillotina durante la Revolución Francesa.
Hoy en día, los visitantes de Versalles pueden apreciar el estilo elegante, refinado y ecléctico del Petit Trianón. El palacio fue restaurado completamente en 2008 y ahora refleja la atmósfera y estética de la época de María Antonieta.
La Aldea de la Reina – Hameau de la Reine
El Hameau de la Reine (La Aldea de la Reina) es un encantador y rústico pueblo construido a petición de María Antonieta en los jardines del Petit Trianón. Fue diseñado para ofrecer a la reina un escape de la rígida etiqueta de la vida cortesana y permitirle interpretar una existencia sencilla y pastoral.
El pueblo consta de varias cabañas, un molino, una granja y un estanque, y presenta una imagen idílica de la vida rural, muy alejada del esplendor y bullicio de Versalles.
El Teatro de la Reina
El Teatro de la Reina en el dominio del Petit Trianón es un pequeño teatro construido especialmente para María Antonieta. Era un espacio privado donde la reina y sus amigas podían disfrutar de representaciones íntimas y, en ocasiones, participar ellas mismas.
Este teatro le ofrecía a María Antonieta una oportunidad para escapar de sus deberes públicos y entregarse a su amor por las artes. Escondido en los jardines del Petit Trianón, refleja no solo su pasión por la cultura, sino también su deseo de privacidad y tranquilidad.
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